Prueba Alfa Romeo 4C Spider y Ferrari 246 Dino GT 1970, ¿arte renancentista?

Cuando las palabras Ferrari o superdeportivo italiano resuenan en tu cabeza es difícil no pensar en una estética producto de los más hábiles diseñadores que el planeta ha tenido el gusto en conocer. Líneas como la del Ferrari 246 Dino GT nos trasladan a una era en la que los términos de aerodinámica o eficiencia no eran tan adorados como a día de hoy. La plasmación de la pasión era prácticamente pura, de la cabeza del diseñador al boceto y de ahí atravesaba el mundo de las ideas y se daba luz a obras con una única función, lograr conmover a todo aquel que posara su mirada.

Volvamos al presente. El diseño de los coches modernos han abandonado esas atrevidas curvas que les caracterizaban allá por el siglo pasado por una estética más sometida a las leyes de la aerodinámica y a la de maximizar la eficiencia, ser veloz con la mínima perdida de energía. ¿Esto es malo? No lo es en pos de la seguridad, siempre las comparaciones son odiosas como se suele decir.

Alfa Romeo 4C Spider

Prueba Alfa Romeo 4C Spider y Ferrari 246 Dino GT 1970, ¿arte renancentista?

Con la nueva era moderno del automóvil, muchos de los coche del mercado comparten en alguna parte de su apariencia elementos comunes. Sin embargo, hay aún aventureros que desafían lo establecido y este es el caso de Alfa Romeo y su 4C Spider, un coche que desecha las excentricidades y abraza de nuevo el concepto primigenio de deportividad.

Su diseño exterior es simplemente «bello» como dirían en Italia, delante tenemos un deportivo de pequeñas proporciones (3,99 m de largo, 1,87 m de ancho y solo 1,18 metros de altura) que está fabricado sobre un monocasco de fibra de carbono y con materiales ligeros que le confieren una ligereza que sobre sale entre los de su clase, arrojando un peso de solo 995 kg, un peso pluma con alma guerrera.

Ciertos elementos distintivos hacen que la belleza del 4C sea latente, como los nervios que nacen en la parte más alta del capó y mueren ne la distintiva calandra delantera que caracteriza a todo Alfa Romeo. Como elemento curioso, en la parte delantera encontramos el capó atornillado que solo podremos abrir si contamos con un destornillador entre nuestro equipaje.

Una atmósfera orientada a un único fin, la deportividad

Y es que si esperar encontrar grandes lujos en el interior del Alfa Romeo 4C Spider estas equivocado; a pesar de ser un pequeño deportivo que cuesta la friolera de más de 70.000 euros no disponemos de demasiados lujos dentro de la cabina. Pero, ¿quién los necesita en un coche de estas características? Cuando tu pie derecho decide encontrarse con la tabla créeme, todo pasa a un segundo plano.

La posición es extremadamente baja con unos asientos con un gran soporte lateral anclados directamente al chasis de fibra de carbono. El volante es un poco tosco y de dimensiones medias, pero transmite sensaciones que pocos pueden estar orgullosos de proporcionar.

La dirección es una de las más deportivas que nos hemos encontrado en CAR, extremadamente dura en parado y muy deportiva a altas velocidades. Muy reactiva y cuesta adaptarse en un primer momento, pero nada que unas cuantas rutas por las montañas no puedan arreglar. El sistema de audio es una radio CD Pioneer con carátula retráctil; ¿tecnología de hace una década en un coche moderno? Dentro de este coche, la banda sonora procede del tubo de escape.

Su apariencia hace entrever que aloja un motor de gran cilindrada y grandes dimensiones, pero nada más lejos de la realidad. Nuestra unidad montaba un motor de 1.75 litros de cuatro cilindros que logra desarrollar una potencia máxima de 240 CV. En un mundo en el que escuchamos tantas veces coches con más de 500 CV decir que un deportivo monta 240 CV quizá de primeras nos parezca poco; sin embargo amigo mio, las apariencias engañan.

Nada más encender el motor el rugido del motor ya nos adelanta que hemos despertado a una pequeña bestia. Cuando decidimos comprobar de qué está hecho el 4C Spider encontramos que cualquier concepto de deportivo que tengas en la cabeza se evapora con la misma rapidez que acelera de 0-100 km/h, en solo 4,5 segundos.

Las notas musicales que brotan de la salida doble de escape hacen erizar el vello de hasta al menos entusiasta de los coches. El motor turboalimentado nos deleita de un silbido a partir de las 3.000 vueltas que continua hasta las 6.500 vueltas, seguido de pertardeos en las reducciones.

El empuje del bloque motor de 1.75 litros es increíble, logrando pegarte al asientos si exploramos los límites del 4C Spider. Su velocidad máxima se queda en unos respetables 257 km/h. En cuanto al consumo no es un coche excesivamente «tragón», arrojando unos consumos durante nuestra prueba de 7,5 l/100 km en una conducción por carretera, que se elevan hasta sobrepasar los 9 litros en una conducción deportiva.

El balance general del coche es impresionante, gracias en parte a sus reducidas dimensiones y la localización del motor justo detrás del conductor, logrando un reparto de pesos de 40/60. A pesar de ser tracción trasera, no peca excesivamente de ser un coche sobrevirador, logrando describir una trazada limpia aún buscando las «cosquillas» al deportivo. El balance de carrocería es prácticamente nulo en curva, gracias en parte a la suspensión deportiva que monta el 4C.

Si hablamos en términos pestacionales, está claro que el Alfa Romeo 4C Spider ganaría (al menos sobre el papel) al Ferrari 246 Dino GT; sin embargo, el placer de conducir no va ligado directamente con cuantos caballos pueden brotan de un motor, sino de algo mucho más profundo y evocador, características que Ferrari lleva imprimiendo en cada uno de sus deportivos desde su fundación en 1939.

Ferrari 246 Dino GT

Antes de hablar del coche propiamente dicho tenemos que remontarnos a 1968, cuando comenzó la leyenda de este deportivo. Y es que el nombre de Dino no es producto del azar, ya que Dino Ferrari fue el único hijo legítimo del aclamado Enzo Ferrari, al que este optó por llamarle Alfredo al igual que su abuelo. Enzo comenzó a formar desde temprana edad a su hijo con la esperanza de que algún día tomara las riendas de la marca, por ello estudio en las mejores escuelas europeas.

Cuando hablamos de Dino designamos a una marca que Ferrari utilizó para describir a los deportivos de transmisión trasera que se crearon entre 1968 y 1976; a su vez, estos modelos montaban motores más modestos, alejándose de la dinámica de montar grandes V12. En este caso, el 246 montaba un motor V6 de 2,4 litros que lograba desarrollar una potencia máxima de 195 CV.

El Dino 246 fue el primer modelo en producirse en gran escala por parte de Ferrari. El peso del deportivo era de 1.080 kg junto con una tecnología avanzada para su época; entre los elementos que lograban destacar su personalidad fueron los cuatro frenos de disco servoasistidos, suspensión delantera y trasera independientes, elevalunas eléctricos y con una caja manual de cinco velocidades.

Además, fue un coche que logró grandes hazañas en los circuitos; a pesar de ser menos ágil que sus rivales poseía un motor de mayores dimensiones con respecto a sus rivales. De hecho, Peter Collins logró alzarse vencedor en el Gran premio Británico para la marca italiana.

Sin embargo, no todo puede ser bonito en esta historia. Lamentablemente para la familia Ferrari, Alfredo nunca vería en movimiento a sus obras, ya que murió el 30 de junio de 1956 con tan solo 24 años, justo antes de que la serie entrara en la cadena de montaje. El hijo de Enzo Ferrari murió tras una batalla contra la distrofia muscular. Tras su muerte, los coches de carreras de la serie Dino fueron nombrados en honor a él.

Explorando la historia desde dentro

El Dino 246 GT cuenta con un chasis de construcción tubular. Cuenta con suspensiones independientes- por triángulos superpuestos-, los frenos de discos Girling son asistidos junto con una dirección de cremallera, no asistida. 

El diseño exterior fue producto de Pininfarina. Presenta un aspecto muy parecido al prototipo de carreras con un capó delantero corto liso y con aberturas. Presenta una apariencia delicada pero potente, estilizado pero compacto. Un coche nacido para la velocidad y para despertar sus instintos más básicos.

 

Dentro podemos acceder sin mucha dificultad debido en parte a sus anchas puertas y asientos bajos. La configuración de los pedales es típica de los Ferrari de la época, en la que los tres pedales se localizaban más desplazados a la derecha de los que normalmente estamos acostumbrados. La postura de conducción es deportiva pero no vas excesivamente inclinado; de la misma manera encontramos el delicado volante de 36 cm de diámetro, elementos que ya no encontramos en ningún coche y dotaban de alma al interior de estos coches.

Una vez dentro, la habitabilidad es más que generosa y es hasta insultantemente cómodo, tanto los asientos como la insonoridad aerodinámica con la que cuenta el Ferrari Dino 246 GT hacen que te sientas en un coche adelantado a su época.

Muchas críticas han bañado a este deportivo a lo largo de la historia, grabando el apodo de «casi un Ferrari» en su frente casi desde su salida de fábrica. Sin embargo, como todo en la vida, la gente te amará y te odiará por la misma razón, por ser tu mismo. El Ferrari Dino fue un deportivo italiano adelantado a su tiempo que lograba acelerar el corazón de muchos y fruncir el ceño de otros.

Pocos coches muestran un alma vibrante mientras van circulando por carretera, si me preguntas si el Dino GT es un coche que merece la pena tener en el garaje te diré que no solamente merece estar entre colección, sino que este es un coche de colección para que vayas tranquilamente a comprar el pan con él (siempre y cuando dispongas del sustento económico necesario para «darle de comer», ya que fácilmente alcanza los 20 l/100 km).