En los años 50 se seguía huyendo de la guerra, y el mundo del automóvil era una buena manera para dar rienda suelta a la imaginación y la belleza moderna. Evocadoras líneas elegantes, carrocerías de curvas entrelazadas y el creciente mundo de los carroceros, donde los italianos dominaban en Europa y el mundo entero con piezas únicas. Precisamente aquí tenemos un ejemplo de esos coches, el Abarth 1100 Sport by Ghia. Sobre su base había lo que debió ser un Abarth 205, un pequeño y deportivo coupé biplaza. Sin embargo de los cuatro fabricados por Carlo Abarth solo uno fue carrozado por Ghia. Lo que no se sabe a ciencia cierta pero se cree, es que fue diseñado por Giovanni Michelotti, uno de los más prolíficos diseñadores del siglo 20 habiendo trabajado para Ferrari, Maserati, Alpine, Triumph, Lancia o BMW.
Además hay que sumarle que es el único modelo que usa el motor y la transmisión del Fiat 1100-103, un bloque de cuatro cilindros de 1.1 litros de cilindrada que producía entre 50 y 36 CV dependiendo de la versión. Se construyó bajo el amparo de Chyrsler, que en esa época trabajaba con Ghia, y así se explica esa parrilla delantera ovalada tan baja. Su silueta es alargada solo rota por el habitáculo redondo y pequeño. Contaba con solo dos plazas, una tapicería de color azul y un finísimo trabajo de fabricación en su volante en madera con radios de metal y el salpicadero con todos los relojes indicadores, pura sofisticación.
Este Abarth 1100 Sport es aún más especial porque fue el que se expuso en el stand de Ghia en el Salón de Turín de 1953, el mismo evento donde debutó el Fiat 1100-103, por lo que el contraste entre ambos coches fue mayor y se demostró la capacidad de Abarth y Fiat para dar lugar a modelos tan estilosos y mejorados. La prensa dela época quedó rendida describiéndolo como una obra maestra del diseño.
Entonces Abarth vendió el coche a American Bill Vaugh, y pasó a ser exhibido en 1954 en el Salón de Nueva York como el Vaughn SS Wildcat bajo el eslogan de “el primer V8 con árbol de levas superior en EE.UU.”. Pero nunca se certificó si Vaughn montó el V8 porque no hay fotos de la instalación y el coche nunca llegó a producción. Simplemente se perdió hasta que en 1982 fue descubierto en una granka en Ashton, Maryland, y puesto a buen recaudo para ser preservado como pieza de la historia que es. Una pista de la última vez que se debió usar el coche fue la pegatina de permiso de aparcamiento que se encontró en la luna trasera, donde se leía “Litton Industries Maryland Division 1958.”
El Abarth 1100 Sport by Ghia pasó por manos de dos coleccionistas hasta que en 2010 lo adquirió el último vendedor. En total se invirtieron cinco largos años de restauración y meticulosa conservación para dejarlo como si acabara de salir de fábrica. Y es que la suerte quiere que a veces estas joyas caigan en manos de verdaderos entusiastas del automóvil que se dedican a recuperar la autenticidad del modelo en todos y cada uno de sus componentes. Hasta se tomó la molestia de hacer un archivo histórico del Abarth, recopilando fotos a color tomadas en la más alta calidad posible de su exposición en el Salón de Turín, así como artículos de la época y documentación que acreditara el fascinante pasado del modelo italiano.
Finalizada su restauración llegó la hora de ponerse de nuevo bajo los focos. El Abarth 1100 Sport by Ghia apareció en el Concurso de Elegancia de Pebble Beach en 2015. Y volvió a lo grande, ganando en su categoría y siendo nominado en la categoría de Best of Show donde quedó segundo. Después volvió al anonimato, hasta el pasado mes de agosto cuando RM Sotheby’s lo subastó en la Monterrey Car Week, bajándose el martillo por un poco más de 750.000 euros. Esperemos que vuelva a lucir su carrocería italiana blanca en más concursos y eventos del mundo del motor.