Hay regalos que deslumbran al recibirlos, pero que terminan pesando como una joya demasiado cara de mantener. Michael Mejía lo sabe bien. El día en que se convirtió en el dueño del Lamborghini Urus de Shakira, sintió que había tocado el cielo con las manos. Un SUV de altas prestaciones, con una carrocería morada vibrante y un interior en tonos pistacho y blanco, tan llamativo como el renacer personal de la cantante tras su mediática separación de Gerard Piqué. Pero lo que parecía un golpe de suerte, ha terminado convirtiéndose en un reto económico del que difícilmente podrá salir indemne.
Un regalo con un precio elevado
El Urus, que Shakira había adquirido como símbolo de su libertad tras su ruptura, fue también protagonista del videoclip de Soltera, el himno con el que marcó su nueva etapa. Sin embargo, la artista decidió que aquel auto que representaba su independencia podía convertirse en un gesto de gratitud hacia sus seguidores y lo sorteó entre los fans que participaron en una dinámica en redes sociales bajo el hashtag #elcarrodeshakira.

El afortunado fue Michael Mejía, un diseñador colombiano residente en Estados Unidos. Junto con el coche, Shakira quiso facilitarle las cosas: le entregó 90.000 dólares para cubrir los gastos derivados de la propiedad. Un gesto generoso, sí, pero insuficiente para domar a esta bestia sobre ruedas.
El costo de mantener un ícono
Poseer un Lamborghini no es simplemente tener un coche; es asumir un estilo de vida que demanda un bolsillo bien profundo. Mejía pronto descubrió que los costos asociados al Urus eran más propios de un magnate que de una persona con ingresos medios.
Entre impuestos, trámites de importación, vuelos para recogerlo y el seguro, los 90.000 dólares iniciales se esfumaron con rapidez. «Llevo gastados 95.000 dólares, incluyendo el seguro de los primeros seis meses, pero después tendré que seguir pagando 2.500 dólares al mes«, explicó. Un mantenimiento casi impensable para alguien que no cuenta con una fortuna.

El Lamborghini Urus no solo es un SUV de lujo, sino también un devorador de recursos: con un motor V8 biturbo de 650 CV, su consumo se acerca a los 15 litros por cada 100 km, y su mantenimiento está a la altura de un superdeportivo. Solo un cambio de aceite en el concesionario puede superar los 1.000 dólares, y los neumáticos, que deben ser específicos por sus altas prestaciones, pueden costar más de 3.000 dólares el juego.
¿Subasta o salvación?
Ante la imposibilidad de mantenerlo, Mejía ya contempla la opción de venderlo o subastarlo. Aunque le duele desprenderse del auto que le otorgó un instante de gloria, la realidad es que este Lamborghini podría convertirse en un billete de salida hacia una estabilidad financiera.
Y aquí es donde la historia da un giro inesperado: el Urus no es solo un Lamborghini cualquiera, sino una pieza con un valor sentimental y mediático que podría disparar su precio. El interés de coleccionistas y fanáticos de Shakira podría hacer que el «regalo envenenado» se transforme en una inversión millonaria. Si el coche ya es codiciado por su exclusividad, el hecho de haber pertenecido a la artista y haber aparecido en un videoclip viral puede convertirlo en un objeto de culto.
A veces, los regalos más difíciles de sostener son los que terminan abriendo puertas impensadas. Quizá para Michael Mejía, este Lamborghini no sea el comienzo de una ruina, sino la llave a una nueva oportunidad.