DAVID BROWN SPEEDBACK GT

Mi nombre es Bond, James Bond’. Si hay un auténtico agente 007 ese es Sean Connery, y si hay un auténtico coche Bond, es el Aston Martin DB5, y eso que el agente con licencia para matar se ha lucido con maquinaria de altísimo nivel, como el Lotus Esprit, el BMW Z8 o los últimos Aston. Nada es tan carismático como el original, y lo mismo debió pensar David Brown, un apasionado de los coches británicos cuyo único objetivo era diseñar y crear un coche con el que viajar de la Gran Bretaña a la costa azul francesa atravesando algunas de las mejores carreteras de Europa con la certeza de no quedarse a mitad de camino con un charco de aceite bajo su mecánica.

La oportunidad se la dio la venta de su empresa de tecnología para maquinaria pesada a la conocida Caterpillar. Con fondos y con ideas, Brown ha tardado tres años en presentar su primera unidad, todavía en fase de desarrollo. Un tiempo de tres años en el desarrollo de un coche es inviable incluso para las grandes empresas del automóvil, así que Brown ha tomado el camino más sencillo: basar su modelo sobre otro ya existente, simplificando por tanto los trabajos a los departamento de carrocería e interior. Y como ‘donante’ para este coche tan especial y británico, qué menos que un modelo tan inglés como el Jaguar XKR cabrio.

Sin duda, lo que destaca de un coche así es el diseño de su carrocería, capaz de alumbrar las calles, de despejar los garajes y de asombrar hasta al propietario de un Bugatti Veyron con su sola presencia. El David Brown GT no pretende ser un clásico, tampoco un coche moderno, y encuentra el justo equilibro entre el impacto de la imagen de un coche clásico que está en el imaginario de cualquier aficionado, con la modernidad de algunas de sus piezas, que delatan que ni es un clásico ni una réplica, sino algo totalmente diferente que multiplica las sonrisas.

Al interior todavía le falta desarrollo, y es que con esta primera unidad cada kilómetro es un nuevo test: rigidez estructura, acople de nuevas piezas, electrónica… Brown está diseñando nuevas teclas para las funciones interiores, y es una labor larga y costosa, pero las piezas originales Jaguar, algunas a su vez heredadas de la época en al que su propietaria era Ford, no encajan en un coche de medio millón de euros. No obstante, Brown quiere producir sólo 100 unidades y que ya tenga en la lista seis encargos antes de empezar a fabricarlos es un buen halago para este apasionado emprendedor.