Esta semana se ha celebrado la carrera de resistencia de Toyota (con el nuevo Toyota Auris Hybrid), un evento al que periodistas de diferentes medios hemos sido invitados. Todo empezó con un viaje en AVE desde Atocha hasta Albacete, lugar donde se celebraba el certamen. Se podía ver que había cierto nerviosismo al llegar, la gente ya empezaba a hablar de estrategias y trucos, pero no mucho por si acaso lo oía un futuro contrincante. En la puerta de la estación nos esperaba un autobús, con el que por fin llegamos al circuito. Una vez allí nos asentamos un poco y asistimos a la rueda de prensa, después, rápidamente comimos lo que los nervios nos dejaron, y de ahí directamente a reunirnos con nuestro equipo, que en este caso se componía por Alfonso Herrero (km77.com), Diego Zotes (Autocity.com), Jesús Ramos (coches.com), Enrique Trillo (Autobuild) e Iñigo Almazán (seguidor de Toyota en Twitter) y yo mismo.
Tras un rato pensando la estrategia, decidimos que íbamos a mantener un ritmo constante toda la carrera, y justo a las 3 de la tarde, salieron los coches disparados lentamente por la pista. Teníamos la gasolina justa para poder llegar a meta, dos paradas obligatorias para cambiar neumáticos y 4 Jerrycan de 20 litros que había para repostar de uno en uno. Esto no dejaba mucho margen de error, al mínimo fallo te descuelgas del grupo y ya no hay nada que hacer. Por esa razón se decidió que nuestro equipo tenía que ser perfecto, anticiparse a posibles eventos y sobre todo, ser rápidos dentro del Pit-lane, con eso y gastando lo menos posible estaríamos en el grupo con posibilidades.
Llega mi turno, aparece a lo lejos nuestro coche y al llegar a nuestro lado se para, ahí comienza el estrés, es obligatorio apagar el coche para bajarse, y al subir tengo que ponerme el cinturón antes de arrancarlo, puede parecer fácil, que lo es, pero cuando tienes a todo el equipo gritando «¡vamos!» y al resto de equipos observando a ver si cometes un error, es más difícil de que nos esperamos «¿has pisado el freno? No, pues ya sabes por qué no arranca…»
Una vez has salido a pista todo se vuelve más fácil, cómodo y relajado, vas rodando mirando el consumo medio y procuras mantenerlo igual, de vez en cuando te piden que vayas algo más deprisa a costa de un gasto ínfimamente superior de combustible, o más despacio a costa de perder segundos en la clasificación. Volvemos a lo mismo, puede parecer fácil, pero hay que poder hacerlo durante 24 horas seguidas, y no sé si esto va por todos los participantes, pero no vi a mucha gente dormir a gusto, al final prefieres quedarte mirando de pie el televisor con la clasificación y los tiempos angustiado por si te pilla el equipo que va por detrás o pilla el tuyo al siguiente. Y así gastas 22 de las 24 horas, porque luego al final, en las 2 últimas horas, llegan los sudores, los enfados, las alegrías y con el cansancio y el aumento de ritmo, las excursiones por la arena.
Al final, en esta ocasión salimos casi victoriosos, con un segundo puesto en la clasificación, y el orgullo de haber conseguido trabajar en equipo, haber sacrificado sueño por trabajo y haber conseguido reprimir a nuestro pie derecho, que acostumbrado a «pesar» mucho, tuvo que ir muy ligerito en esta ocasión.