El Ferrari 250 GTO es el Santo Grial del automovilismo, el deportivo más deseado y cotizado. Veinte de sus propietarios se han reunido en Italia para disfrutar juntos de sus máquinas.
A finales de septiembre una caravana valorada en cientos de millones de euros recorrió la Toscana. El “Ferrari 250 GTO Rally” se organizó como una agradable excusa para celebrar los 55 años del modelo más deseado de la marca más deseada. Se reunieron un total de veinte unidades (se fabricaron 36) con base en Villa Cora el Florencia. Todos juntos viajaron por la región de la Toscana, cruzaron las montañas de Chianti y rodaron en el trazado de Mugello. Después se dirigieron a un evento en el circuito de Fiorano, antes de rodar hasta la factoría de Maranello.
Como es fácil imaginar, el evento fue una reunión de multimillonarios, teniendo en cuenta que estos coches se cotizan en unos 40 millones de euros.Entre los propietarios del GTO se encuentran personajes como el magnate de la moda Ralph Lauren o Sir Anthony Bamford, propietario de la empresa de maquinaria JCB y dueño de dos unidades.

Uno de los propietarios que lleva más tiempo con un GTO en su garaje es Nick Mason, batería de Pink Floyd y gran coleccionista de automóviles clásicos. “Vi por primera vez un Ferrari GTO en el circuito de Goodwood a principios de los 60, y pensé que era lo más bonito que había visto jamás. Cuando años después pude comprar uno, resultó ser el mismo coche”. Cuando lo adquirió en 1973 pagó por él 35.000 libras, y hoy le podrían dar 40 millones de euros por su biplaza. No está mal como inversión, pero es su coche más preciado y el último del que se desprendería. De color rojo como la mayoría de las 36 unidades fabricadas, su GTO resulta inconfundible en cualquier festival gracias a su matrícula británica “250 GTO”.
El músico lo tiene claro: “Para mi es lo más cercano a la perfección que puedes encontrar: es precioso, tiene un palmarés fantástico, puedes correr con él rallys o en circuito, e incluso lo he usado alguna vez para llevar a los niños al colegio”. Nick Mason, un hombre modesto y simpático, reflexiona con ironía sobre el efecto del paso del tiempo: “cuando entré en este club yo era el más joven, y ahora soy el más pobre”.

Una unidad muy reconocible que acudió a la reunión es la que va pintada con la bandera sueca. Pertenece actualmente al estadounidense Christopher Cox, que decidió mandarlo a restaurar tras tener un accidente en 2012, antes de participar en Le Mans Classic de ese año. La que pudo ser la colisión más cara de la historia no fue muy grave, pero sí dañó el morro y el lateral derecho y le costó algún hueso roto a Ann Cox, la esposa del dueño.

El 250 GTO (Gran Turismo Omologata) fue creado por Giotto Bizzarini y Carlo Chitti y es el rey absoluto entre los GT de los años 60. Tecnicamente es una evolución sobre el 250 SWB, con estructura tubular y un motor 3.0 V12 de 300 CV. Gracias a su ligereza, poco más de una tonelada, es capaz de alcanzar unos 280 km/h. Debutó en 1962 y ganó en todas las pruebas importantes (Le Mans, Sebring o Tour de France) en manos de pilotos como Phill Hill, John Surtees, Olivier Gendebien o Willy Mairesse.

En España hubo uno, y el piloto Eugenio Baturone compitió con él a finales de los 60 (número de chasis 4153 GT). Después el coche salió hacia Francia. Ben Heiderich, empresario y piloto de Porsche ya fallecido, nos confesó que en su momento que se lo ofrecieron, pero que no lo compró porque como coche de carreras estaba obsoleto… Además no es frecuente que alguno de estos coches salga a la venta. El año pasado es especialista británico Talacrest ofrecía un GTO por 55 millones de dólares.
Otra curiosidad es que muchos dueños de GTO tiene réplicas exactas de sus coches, para poder usarlos sin agobios ni preocupaciones, mientras dejan el bueno protegido en el garaje. Y es que una buena copia la puede hacer un restaurador experto por unos 500.000 euros. Al fin y al cabo lo que da un valor disparatado a una de estas joyas es su autenticidad, su número de chasis y su historia.