Hace 25 años, después de un domino brutal en la fórmula 1 que llevó a Ayrton Senna y Alain Prost a ganar 14 de las 15 carreras de la temporada, el diseñador jefe de McLaren, Gordon Murray, diseñó un coche de calle y dio luz al McLaren F1, un automóvil que cambió la forma de ver a los superdeportivos y que, en muchos aspectos, aún no ha sido superado. Hoy la historia se repite, y de nuevo es un diseñador de F1, Adrian Newey, el que quiere cambiar las reglas del juego con el hiperdeportivo del siglo XXI, un automóvil radicalmente diferente que llevará el sello de Aston Martin, con la que Red Bull ha llegado a una asociación para su fabricación y venta. Y ese rompe-reglas es el Valkyrie.
La génesis del proyecto está en el seno del equipo de carreras. Newey lo describe con claridad: “He estado años diseñando este coche en mi cabeza, haciendo trazos que terminaban en el cubo de la basura, hasta que en 2015 pensé que era el momento, lo comenté con Christian Horner –jefe de equipo de Red Bull– y decidimos sacar el proyecto adelante. Juntamos un pequeño equipo con un diseñador, un ingeniero aerodinámico y un especialista en superficies y definimos el tipo de mecánica y configuración que queríamos para el coche. Con la configuración técnica definida empezamos a discutir sobre la producción ¿Buscamos un inversor o nos acercamos a una compañía de automóviles? La solución fue la segunda, no solo conocen el mercado, sino las regulaciones de cada país, como las emisiones, dimensiones de puertas o parabrisas, etcétera, aspectos en los que no teníamos ninguna experiencia. Aston Martin fue nuestra primera elección, y el CEO Andy Palmer hizo muy sencillo que llegáramos a un acuerdo”.
Aston ha sabido mantenerse a flote a pesar de los cambios de accionariado, y ha llegado en los últimos años a varios acuerdos clave comandados por un nuevo CEO, Andy Palmer. Además de asegurarse el suministro de los motores AMG-Mercedes para su gama de turismos, ha trazado un futuro en el que Aston debe tener una berlinetta con motor central para enfrentarse cara a cara con Ferrari, Lamborghini o McLaren. La llamada de Red Bull fue muy bien recibida. Un proyecto como este haría muy legítimo un futuro Aston V8 de motor central, así que se puso en marcha el proyecto Aston Martin Red Bull 01., alias Valkyrie.
Lo que vemos es, al 95%, lo que recibirán los clientes, y es un ala con ruedas, un F1 carrozado, un avión para la carretera. No se parece a nada y todo se queda corto para definirlo. Newey llegó con sus planos a Aston y la sorpresa tuvo que ser de órdago. Apenas un interior para dos personas envuelto de túneles que canalizan el aire, tanto en los laterales como en la parte baja. De hecho, desde atrás, si nos agachamos, se puede ver lo que hay delante del coche a través de los dos enormes túneles que dibuja la carrocería en su parte inferior.
Marek Reichman, jefe de diseño de Aston, entró en escena. El el coche iba a tener el logotipo de Aston y tenía que parecer un Aston, así que empezaron los flujos de talento para convertir una máquina técnicamente perfecta en un modelo aceptable por el gran público. “Algunas discusiones fueron terribles, como, por ejemplo, la necesidad de poner una matrícula. Newey no quería, pero es un requerimiento legal ineludible. Al final el soporte y la placa tienen ahora una función aerodinámica, esta es la manera con la que Adrian soluciona los conflictos”.
Todo un visionario
Como sucedió con Murray en su día, la entrada de Newey en el sector de los hipercoches se produce, simplemente, porque están convencidos de que pueden hacerlo mejor. “Cuando veo los LaFerrari, Porsche 918 o McLaren P1 me parecen pesados y grandes, demasiado lejos de lo que realmente es necesario”.
Viendo el Valkyrie, parece que tiene mucha razón. El modelo equipa, claro está, un monocasco de fibra de carbono, tecnología que estrenó Murray en los coches de calle. Por fuera tanto el alerón delantero como el trasero son claves en la aerodinámica. Este no es del tipo activo, lo que añadiría peso. Las ruedas se separan de la carrocería en la parte delantera, dejando grandes huecos para canalizar el aire, mientras en la trasera quedan más integradas, como las de un F1, pero carenadas. El motor es un V12 de 6.5 litros. “Los V6 o V8 hubieran requerido turbos con sus pesados radiadores y grandes tomas de aire, además generan más vibraciones y su sonido no es tan limpio. Como el McLaren F1 en su día, el Aston Valkyrie recurre a un V12 totalmente nuevo, en este caso capaz de girar más allá de las 10.000 revoluciones. La potencia prevista es altísima, pero además tiene la ayuda de un motor eléctrico.
Será pequeño, ya que cuanto más grande se requieren mayores baterías, pero ayudará a mejorar aún más las aceleraciones y a conseguir una cifra de potencia por encima de los 1.000 CV. La caja de cambios la ha diseñado Newey y la fabricará Ricardo. Es una secuencial con un solo embrague, siete marchas y manejo por levas. Su tamaño es ultracompacto, perfecto para acoplarse junto a la mecánica sin estropear la aerodinámica, básica para el rendimiento. El objetivo eran menos de 1.000 kilos con el mismo número de CV, como el peso ha subido hasta los 1.050-1.100 kilogramos, también la potencia llegará a esas cotas.
Entrar al Valkyrie será un ejercicio casi acrobático, con unas puertas de apertura vertical que nos acercan al mundo de los coches de Le Mans. Acoplarse en su interior no requerirá tanto esfuerzo, pero el espacio es limitado. El asiento se hará a media de cada cliente y, en el interior, no hay un solo botón, ya que todos los mandos están en el volante, similar al de un F1. Aun así, Aston ha impuesto una pantalla central multimedia para el navegador, la radio y las conexiones del móvil. Newey no parecía muy de acuerdo… pero sí exigió las pantallas laterales para anular los retrovisores exteriores, aunque no estarán disponibles en todos los países. Tiene aire acondicionado, entre otras cosas porque las ventanillas de las puertas no descienden. El parabrisas es completamente curvado y equipa una raqueta central que Newey espera que los clientes retiren en cuanto salgan del concesionario.
El resultado estético impresiona
Reichman no quería que este coche tuviera ningún rasgo de la competencia, algo siempre difícil, y Newey le ha acompañado en el desafío. Por ejemplo, los radiadores toman el aire de la parte baja y el motor tiene la admisión encima de la carrocería, eliminando los huecos de aireación laterales. Reichman también le ha hecho caso a Newey. El logo de Aston es ahora una placa de aluminio de mínimo espesor con grabación digital para eliminar peso y turbulencias. Las luces traseras o los faros son los más ligeros jamás diseñados, e incluso las llantas tienen una inusual cobertura aerodinámica.
Las 150 unidades del Valkyrie ya están vendidas, y Aston calcula que la mitad estará entre algodones en los garajes y la otra mitad tendrá un uso corriente. Un cliente ha pedido una pintura especial que integre polvo de roca de luna, así que a los 2,8 millones de euros iniciales se puede sumar cualquier capricho. Los afortunados recibirán a cambio un coche bajo, pequeño y ligero que se asemeja más a uno de competición que a los de calle, altamente eficiente, que estrena un nuevo lenguaje de diseño y que está destinado, como el McLaren F1 en su día, a cambiar de nuevo el panorama de los hiperdeportivos. Correr en circuitos con tiempos similares a un coche de Le Mans y no muy lejos de un fórmula 1 será completamente factible a bordo del este espectacular y futurista Aston Martin.
En busca del cielo
Aston Martin anuncia la llegada de 25 Valkyrie Pro dedicados a circuito. ¿Cómo se convierte un coche que ya es extremadamente radical en un vehículo más apto para la pista? La respuesta la tienen genios como Newey, empeñado en diseñar un coche tan veloz como los LMP1 ganadores en Le Mans. Los alerones se han rediseñado para aumentar el apoyo, el motor es más potente, las ruedas más pequeñas, se ha eliminado el aire acondicionado, los asientos son más ligeros, los cristales son de plástico y el escape es más liviano. Mejor no conocer el precio que han pagado sus futuros propietarios…