Con la llegada del nuevo Audi RS6 2020, creíamos necesario echar la vista atrás y rendir un homenaje al primero de la familia Quattro: el Audi Sport Quattro.
Audi Sport Quattro
Todo comenzó cuando un ingeniero alemán de Audi probó un coche 4×4, aquel Volkswagen Iltis que humillaba a los Audi de tracción delantera de las pruebas en el paso por curva. ¿Por qué no poner este sistema a un coche convencional? Pensaría Roland Gumpert, el mismo del superdeportivo Gumpert Apollo. Gracias a que en su momento trabajaba con un tal Ferdinand Piëch, el proyecto se llevó adelante en secreto hasta que estuvo listo. Aquel prototipo de Audi 80 con tracción total Quattro se presentó a los altos cargos para dar el visto bueno en una pista alpina, por la que subió con pasmosa facilidad.

Después de convencer a quien
ponía el dinero para fabricarlo, tocaba convencer a quien pondría el dinero
para comprarlo. Por aquel entonces, mejor que la tele, la radio o cualquier
valla publicitaria, la competición era el mejor reclamo y los rallyes estaban
en boca de todos. El primer coche de tracción total de Audi sería el Quattro,
pero nuestro protagonista en “Azul Copenhague” es su versión más puntera, el
Sport Quattro. El primer Audi Quattro nació en 1980 y para poder
llevarlo a la competición dentro de la categoría Grupo 4 había que producir al
menos 400 unidades. Aún sin homologar, Audi pensó en llevarlo a competir, ya
saben, por aquello de anticiparse y no fracasar estrepitosamente en el debut
con todas las miradas puestas. Aunque no puntuaría, Hannu Mikkola y su copiloto
Phil Short salieron en el Rally Algarve de aquel año y acabaron la prueba
sacando casi 30 minutos al primer clasifi cado. Lo raro es que las demás marcas
no reaccionaran entonces y sacaran algo parecido al año siguiente. Y es que en
1981 el Quattro barría, y lo hacía de tal manera que el propio Phil Short
decía: “Sabíamos que algo había cambiado cuando Mikkola pasó a un Lancia Stratos
en Montecarlo en 1981”.
En 1982 el equipo Audi Sport ganó el Campeonato Mundial de Marcas ya con la normativa de Grupo B, y la era de los coches de tracción total llegaba para quedarse. En 1983 Mikkola se llevaba el título de pilotos, y en 1984 Stig Blomqvist se llevaba el suyo, además de conseguir el segundo para Audi junto a Mikkola, Michele Mouton y Walter Röhrl.
Para poder conseguir esto, cada año Audi evolucionaba el coche ante la fiera competencia. El primero fue el A1, y después el Quattro A2, cuya designación corresponde a la mejora de motor del bloque de aluminio. Pero la auténtica revolución se gestó en 1983. Ese año Audi da un salto y crea este Sport Quattro, que encoge la batalla 320 mm, por lo que pesa menos, y aumenta la potencia de su legendario motor turbo de cinco cilindros.
Nuestra unidad aquí presente, de la mano del especialista en restauración Cochera, en Madrid, es un modelo fabricado en agosto de 1984. Fue adquirido por el responsable de la empresa Polartech en Traffor Manchester quien se lo vendió a David Sutton, un personaje que ha pasado toda su vida ligada a los rallyes, siendo incluso jefe de Audi Sport en Reino Unido en la época de los Grupo B, y que en su palmarés puede presumir de ser el único equipo privado que ha ganado el mundial de rallyes…, aunque fue con una marca americana y unos años antes.

Ha sido restaurado por Cochera
por completo durante un año, en un trabajo de perfección para dejarlo como
recién salido de fábrica, y que ha costado a su propietario una factura de seis
cifras. Su aspecto está tan inmaculado que damos gracias a la madre naturaleza por
abrir el cielo unos minutos para sacarlo a la calle en plena borrasca de final
de otoño.
Una unidad muy especial
El elegante color Azul
Copenhague es bastante exclusivo según nos cuenta Regis, al frente del
taller de restauración donde se ha puesto a punto para concurso, con solo una
veintena de unidades pintadas en este color en lugar de los típicos blanco o
rojo –pero aún más raro es ver uno en negro. El cuadro de instrumentos marca 79.000
km, y el interior luce una tapicería en color champiñón con asientos
Recaro en cuero y Alcántara.
El corazón de este coche de Grupo B con matrícula es el legendario motor de cinco cilindros en posición transversal. Cubica 2.2 litros y en ficha rendía entre 300 y 310 CV. Audi Sport lo vitaminaba en el Quattro S1 Evo2 de competición hasta 550 CV, y el que usó Röhrl en 1987 para subir Pikes Peak rondaba los 700 CV. Sin embargo, nada es perfecto, pues los bloques de aluminio se deterioraban debido a la presión a la que trabajaban con el turbo Garrett, concretamente en su unión con la culata. Audi los cambiaba en garantía por un bloque de fundición de hierro, como el caso de esta unidad, y se calcula que la mitad de los 164 coches de calle que se hicieron –fabricaron 214 de los cuales 50 fueron para competición– tuvieron que cambiarla.
A simple vista sorprenden sus
proporciones, con sus pasos de rueda ensanchados, en los que sin embargo
encontramos unas contenidas llantas de 15 pulgadas con neumáticos 225/50 ZR.
Las aletas son de fibra y hay aluminio por toda la estructura del coche. El
frontal es específico para el Sport Quattro, tanto el paragolpes y sus tomas de
aire, como las tres ranuras del frente del capó, las cuales ha heredado nuestro
otro protagonista de este reportaje y de este número, el nuevo Audi RS 6 Avant.
Reencuentro familiar
Al igual que el Sport Quattro, este RS 6 Avant es un lobo con piel de cordero, solo que en carrocería familiar. También lleva tracción quattro, aquí tarada a un reparto de 40:60 –el Sport Quattro funcionaba en 50:50 pero contaba con un sistema de bloqueo del diferencial–, un poderoso motor turboalimentado, y un pedigrí deportivo excepcional. La única diferencia es que el RS 6 jamás ha competido en ninguna disciplina, pero estamos convencidos de que si lo hiciera dominaría en todas ellas. A España llegaronpocas unidades, una de ellas fue de SM el Rey Juan Carlos I. El peso en ficha son 1.300 kilos, y al conducirlo puedes sentir que es ligero, la dirección tiene buen tacto e incluso los frenos son eficaces, un punto débil de los coches veteranos. Donde si se notan los años es en la respuesta del motor, por debajo de 3.500 vueltas el rendimiento es pobre y, cuando se le pisa a fondo, hay un notable retardo hasta que empuja con fuerza. Tener estos dos coches juntos es una buena forma de ver cómo ha cambiado la historia del automovilismo, de cómo el origen de una máquina tan poderosa como el RS 6 Avant es un coche con tanto legado y pasión como este Audi Sport Quattro. El RS 6 que tenemos aquí lleva una configuración discreta, pero sigue siendo imponente.

El caso es que según la cotización actual del Sport Quattro podemos comprarnos dos o tres RS 6 nuevos, dependiendo de los kilómetros y el estado en el que esté. Preferimos pensar que si pudiéramos tendríamos ambos, el RS 6 para ir a diario al trabajo y a por los niños, y el Sport Quattro para escaparnos el domingo a comer a nuestro restaurante favorito en plena sierra. Pero vayas donde vayas, que quattro te acompañe.
